El Programa de Filosofía para Niños nace a finales de los años setenta de la mano de Matthew Lipman, en el Monclair State College de Nueva Jersey.
Lipman, tras considerar las deficiencias en el ámbito cognitivo y del pensamiento con que llegaban los alumnos a la Universidad, se planteó la cuestión de por qué se daban tales lagunas, tales deficiencias. Reflexionando sobre el problema de la enseñanza llegó al convencimiento de que la educación que se daba a los alumnos tendía más a enseñarles a memorizar que a ayudarles a pensar. Descubrió que tal y como estaba diseñado el curriculum se incurría en el supuesto de que el alumno aprendía por sí mismo a reflexionar, a pensar, sin que hiciera falta que nadie le mostrase cómo hacerlo, que nadie le ayudase. Por ello planteó que, si «todas las materias presuponen que los estudiantes saben razonar, investigar y formar conceptos, pero si los estudiantes no consiguen hacer todo esto, ¿qué puede hacer el profesor para ayudarles?» (1987, página 346.)
Aquí os dejo unos cuantos enlaces para empaparse en el tema:
Centro de Filosofía para niños
Centro de Investigaciones Filosofía para niños
Libros de Lipman
Filosofía en Asturias
FpN en Valencia
Filosofía para escolares
La enseñanza de la lógica de Lipman
AYUDAR A LOS NIÑOS A PENSAR...¡Una tremenda tarea!, pero haría de los niños adultos competentes.
ResponderEliminarUn abrazo
De acuerdo, es una gran tarea, pero si no se empieza alguna vez, jamás se concluirá. Es una forma de hacerse responsable y no tan manipulable y dirigible. Siempre es una lucha contra la alienación, no crees? Un besito, Hada.
ResponderEliminarMuy interesante esta filosofia, me ha encantado la mención que haces del libro. Después haré una ojeada a los enlaces que nos propones. Qué bien! Material estupendo, Blanca! Abrazos filosóficos.
ResponderEliminarFilosóficamente te diré que filosofear es mucho más de lo que la filosofía podía prever. Besos muy lipmanianos, Joel.
ResponderEliminaruna manera de enseñar a pensar que falta nos hace. gracias
ResponderEliminarY que lo digas. Un saludo, Anónimo.
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