UNA REFLEXIÓN DE FINAL DE CURSO
¿Y qué pasa si los niños pierden el año escolar?
¿Y si en lugar de aprender matemáticas o lenguaje aprenden a ser buenas personas?
¿Si aprenden la importancia de la comunicación?
¿Si aprenden a ser más responsables?
¿Si aprenden a jugar con toda la familia?
¿Si aprenden a expresar sus sentimientos?
¿Si aprenden a valorar lo que otras personas hacen por nosotros?
¿Si aprenden que sus madres y padres se desviven por ellos?
¿Si aprenden que la salud es un bien fundamental?
¿Si aprenden y saben que estar juntos es mucho mejor que tener el último móvil de moda?
¿Si aprenden a valorar lo que tienen y a no comprar de manera compulsiva?
¿Si aprenden que la paciencia es una cualidad importante y que la exigencia de la inmediatez crea ansiedad y angustia?
¿Si aprenden que el aburrimiento es un valor en alza y que con él se han obtenido las mejores ideas de la Humanidad?
¿Si aprenden a organizar y planear las actividades del día?
¿Si descubren una cantidad impensable de recursos con materiales reciclables?
¿Si aprenden a coser su ropa?
¿Si aprenden a limpiar?
¿Si aprenden a cocinar?
¿Si aprenden que la colaboración siempre es necesaria?
¿Si aprenden a cultivar un huerto en el patio? o ¿A cuidar de las plantas en los tiestos?
¿Si aprenden a cantarle canciones a sus abuelos o a sus hermanos más pequeños?
¿Si aprenden a cuidar a sus mascotas y a bañarlos?
¿Si desarrollan su imaginación y pintan un cuadro?
A lo mejor eso nos falta, y si ellos aprenden, a lo mejor no perdimos un año, a lo mejor ganamos un grandioso futuro.
(adaptación de una reflexión encontrada en la web)