Esta es una práctica nada fácil que consiste en no levantar el lápiz desde que se empieza el dibujo hasta que se termina.
A los peques les cuesta mucho coger la técnica, pero después lo hacen muy bien.
Desarrolla la destreza manual, la atención, la concentración y la coordinación óculo-manual.
Recomiendo imprimir una sola vez, guardar en un plástico para que repasen por encima con rotulador que se borre con un trapo y que así sirva para toda la clase, con el ahorro consiguiente de papel y tinta.
Se puede colocar en el rincón de lectoescritura y que accedan a las láminas de forma voluntaria.