Se suele hablar de atención y concentración como si fueran sinónimos, pero no lo son.
La atención se tiene siempre, pues nuestro cerebro trabaja visualizando, oyendo, percibiendo el entorno.
Cuando decimos que un niño-a tiene falta de atención, lo que queremos decir es que se distrae con facilidad, pues la falta de atención, como tal, no existe. El cerebro siempre presta atención a algo, SIEMPRE está funcionando.
En los niños y niñas los factores que inciden en su atención, tanto positiva, como negativamente, suelen ser:
- Cansancio físico, fiebre, malestar físico.
- Los estados emocionales negativos: miedo, tristeza...
- La falta de interés o motivación para hacer algo.
- Los estímulos poco atractivos.
- Los cambios de estímulos diferentes.
- La repetición frecuente de ese estímulo.
- Estímulos contrastadas, muy diferentes.
- Los estímulos nuevos, nunca antes percibidos.
- Los estímulos con carga emocional.
Ahora hablaremos de la concentración.
La concentración es la habilidad para centrarse en una cosa y mantener esa atención durante un tiempo concreto. Para aprender hay que saber concentrarse.
Como adultos sabemos que, a veces, concentrarnos en lo que estamos haciendo resulta muy difícil.
Tenemos 50 cosas en la cabeza: la familia, la casa, el trabajo, los niños-as, los padres-madres, nuestra salud... en fin, y si a eso añades estar al día, redes sociales, informaciones, relaciones con amigos-as... la verdad es que no es nada raro que estemos estresados-as y que nos distraigamos cuando deberíamos estar centrados en lo que estamos haciendo.
Nuestro cerebro funciona a 1.000 por hora y a pesar de los talleres de relajación, del yoga, del pilates, de los ejercicios físicos y demás... se nos dispara continuamente.
Cuando a un peque le damos UN juguete nuevo, investiga, juega, disfruta y le saca todo el provecho que puede. Señalo con mayúsculas el UN, porque si le damos al mismo tiempo más, y todos nuevos... su atención se dispersa sin saber a cuál acudir, con cuál jugar, a cuál atender para pasárselo bien. Su cerebro presta atención a todo lo que le rodea, que es mucho, y acaba por no centrarse en ninguno de los juguetes. No es capaz de concentrarse en uno de ellos.
¿Por qué les cuesta tanto concentrarse a los peques?
La mayoría de las veces se debe a la sobreestimulación, es decir, al exceso de estímulos en un mismo instante de tiempo. El cerebro quiere atender a todo, pero no puede. La cantidad de estímulos que un peque, hoy en día, soporta es inmensa (la televisión hablando, el móvil con los mensajes entrantes, los juegos de la tablet, el ruído de la calle, el parloteo del autobús, las personas hablando en las cafeterías, la cantidad de gente moviéndose a su alrededor...).
La tecnología actual hace que todo se mueva, suene, tenga colores excitantes... son objetos muy dinámicos. Los peques están sobreestimulados.
Un niño o niña tendrá problemas de concentración cuando:
- Le cuesta mantener la atención en clase.
- No es capaz de concentrarse en los deberes.
- Parece que no te escucha cuando le estás hablando.
- No puede atender a una película.
- Le cuesta concentrarse en una actividad placentera.
- Está distraído.
- Su juego es desestructurado.
- Parece que continuamente está soñando despierto.
En el cuadro adjunto os señalo, más o menos, los tiempos habituales de concentración de los peques según su edad.
Debemos tener en cuenta que estos tiempos son aproximados y que todo dependerá de cada niña o niño en concreto, pero por lo menos así tendremos una idea.