Todos los principios de curso nos planteamos la misma pregunta ¿es necesario el objeto de apego?
Según va pasando el curso nos volvemos a repetir la pregunta y, a veces, no lo tenemos muy claro, ni profes, ni familias.
Intentaré ayudar un poco.
¿QUÉ ES UN OBJETO DE APEGO?
Parece ser que la mayoría de los psicólogos están de acuerdo en que es un objeto (osito, mantita, pañuelo, pelota, muñeco, peluche...), que ellos llaman de transición, que cumple la función de conectar lo desconocido, lo que provoca ansiedad, o angustia, o sentimientos negativos, o de intranquilidad, con lo seguro, lo calmado, lo conocido, lo positivamente afectivo... , es decir, con la madre, padre, familia, casa.
Por tanto, el objeto de transición o apego es un elemento fundamental que calma, que tranquiliza, que da protección y seguridad cuando lo más cercano está ausente. Es como si fuera un sustituto o sucedáneo de nuestra madre o padre que mantiene vivo ese recuerdo, esa imagen propia del "lugar" seguro, cálido y confortable.
¿CÓMO FUNCIONA EL OBJETO DE APEGO?
Cuando los peques empiezan la guardería la desaparición de sus padres provoca una sensación de abandono difícil de llevar sin saber hacerlo. Para los chiquis el tiempo es algo ajeno a su existencia y, aunque insistamos e insistamos, no son todavía capaces de asimilar que la desaparición es temporal, para ellos es concreta, real y definitiva. Por eso, el objeto de apego les calma, ya que es un elemento de apoyo para que su malestar no vaya a más, es un referente.
Cierto es que se agarran a él como si fuera parte de su cuerpo. Y así es, para un peque ese objeto es una extensión de sí mismo, un lazo irrompible, un puente que les impide caer al vacío de la soledad.
Sólo hace falta ponernos en su lugar y comprenderemos fácilmente su situación.
¿CÓMO HAY QUE ACTUAR?
Algunas veces nos empeñamos en quitarles el objeto de apego, a las buenas o a las malas. Además de ser una situación conflictiva por los lloros y/o pataleos, en vez de ayudar a madurar lo que hace es justo lo contrario. Les puede provocar angustia, inseguridad, miedo, negatividad e incluso agresividad.
Hay que darle un tiempo, todo depende de la edad, y después llegar a un consenso entre él y los padres (ambos padres deben de estar de acuerdo). Por lo general, ellos mismos se van desprendiendo del valor sentimental del objeto de apego y lo van relegando poco a poco (algunos días no se acuerdan de él). Este sería el proceso normal.
Un error muy habitual es decirles que ya son mayores para llevar peluches o mantitas. Esto puede crearles cierta inseguridad y confusión, pues es mayor, pero necesita cosas de pequeños.
¿Y EN EL COLE?
Todo depende de la edad del peque. En la guardería, cuando es muy pequeño-a (hasta los 3 años más o menos) se les debe dejar traerlo y tenerlo siempre que quieran.
Cuando tienen unos 3 años y empiezan en el cole no hay tampoco problema en traerlo, aunque muchos ya no lo quieren.
Se suele habilitar un cajón, una bandeja o un sitio determinado para que lo dejen al entrar en clase. Si lo necesitan irán a cogerlo y se les deja un tiempo para que vuelva la calma. Poco a poco iremos hablando con ellos y dejando que los objetos de apego duerman en el cajón hasta la hora de salir del cole.
En general, no hay problemas, pero puede que algún peque esté más angustiado de lo normal. Entonces habrá que indagar por si hay otras causas de su miedo o intranquilidad.
Hay niños-as que NUNCA han necesitado un objeto de apego y de repente, por cambios repentinos o situaciones "conflictivas" para ellos (como un cambio de casa, la muerte de un familiar cercano, el nacimiento de un hermano-a, separarse de los padres...) , empiezan a necesitarlo. Hay que investigar qué lo produce y darles tiempo para que asimilen la nueva situación.