Estamos acostumbrados a una escuela en la que hay un espacio interior y cerrado en la que transcurren las clases, con los niños acumulando energía… y un espacio exterior que sirve para que toda esa energía explote y salga hacia afuera.
Pero esos 30 minutos de descanso a media mañana carecen de sentido si el sistema de enseñanza no se adapta a las necesidades reales de la infancia, volviéndose más vivencial, de forma que puedan aprender experimentando y observando, y a la vez jugar aprendiendo. ¿Dónde empieza y termina cada cosa? Porque la realidad es que cuando los niños juegan, incluso cuando parece que no sucede nada, también están aprendiendo.
Es por eso que es importante concebir el espacio exterior de la escuela como un lugar en que ese “continuo aprender de la vida” pueda enriquecerse. Y ello en un doble sentido:
1. Llevar el aula al espacio exterior: acercando la naturaleza a la escuela, para poder observarla y experimentarla de forma directa (no a través de un libro o, aún peor, de una pantalla).
2. Transformar el juego y las relaciones que se crean durante el recreo, en sentido estricto. ¿Cómo? Favoreciendo la presencia de elementos que inviten al juego en equipo, a la negociación entre niños, a la imaginación… Introduciendo variedad de texturas para jugar/experimentar con ellas, elementos de motricidad… y usurpándole el protagonismo a las pistas de fútbol que han monopolizado los patios durante años.
BENEFICIOS DE REFORMAR EL PATIO DE LA ESCUELA
Antes de entrar en materia quiero hablarte de por qué es importante concebir el patio de una escuela como un ambiente más de la misma, al aire libre, en el que la naturaleza y sus elementos estén presentes y en el que, a la vez, las posibilidades de juego sean ricas y variadas. Te resumo brevemente algunos de los beneficios:
Cognitivos: acercar la naturaleza a la escuela mejora el desarrollo cognitivo de los niños, ya que amplía su capacidad de observación, análisis y razonamiento. Además, las experiencias manipulativas que puede obtener un niño en un espacio al exterior bien preparado, con variedad de texturas, estimulan su desarrollo intelectual y sus sentidos.
Emocionales: en un espacio al aire libre en el que se procura la presencia de elementos naturales y se instauran estructuras para su manipulación (casitas de juego, cocinitas de exterior, huertos, etc.) los niños aprenden a comunicarse, negociar, compartir, cooperar, coordinarse, etc. A diferencia de aquellos patios que prácticamente sólo permiten juegos competitivos.
Además, al aire libre se acumula menos estrés y los climas son más relajados.
Físicos: todos sabemos que la actividad física es muy beneficiosa para los niños (y adultos claro). Es bueno para su cuerpo, les ayuda a relajarse, a estar más sanos e incluso favorece el aprendizaje intelectual (se aprende mejor tras un poco de actividad física). Sin embargo, en muchas escuelas casi toda la actividad física posible se reduce a jugar a deportes competitivos y no a todos los niños les gustan. Favorecer otro tipo de espacios y estructuras para que la actividad física tenga lugar es una idea fantástica para que todos los niños puedan beneficiarse de los efectos positivos de mover el cuerpo.
En definitiva, que un patio bien pensado estimula el juego, la interacción, fomenta la curiosidad, beneficia la autoestima y la salud física.
En mi ciudad ya se han empezado a plantear en las escuelas infantiles pertenecientes al Ayuntamiento. Pero ahora se comienza a extender por los coles.
INFORMACIÓN.
IDEAS DE BAJO PRESUPUESTO PARA INCORPORAR/MODIFICAR EL PATIO
Aquí tenemos algunas opciones para incorporar o modificar en el patio de nuestro cole. Son ideas sencillas, económicas, muchas de ellas hechas con elementos de reciclaje. Requieren, sobre todo, buena planificación, tiempo, mano de obra y mucha ilusión.
1. Introducir arena y tierra. Es como en la playa, que ya dispone de todo lo necesario para horas de diversión porque arena, tierra (y agua) son un punto de partida excelente.
2. Agua. Ligado con el punto anterior… el agua siempre es más que necesaria. ¿Cómo se va a trabajar bien la arena sino? Jejeje. Las opciones pueden ser tantas como presupuestos haya.
Las fuentes en las que los niños tienen que bombear el agua son un elemento muy positivo. De esa forma hacen un trabajo físico y, a la vez, evitamos que se desperdicie el agua. Pero hay otras ideas mucho más económicas como disponer de una manguera.
3. Cocinita de exterior. La cocinita de exterior es un espacio en el que los niños pueden manipular los elementos anteriores jugando, experimentando, haciendo trasvases, pastelitos, etc. etc.
4. Desniveles. Los desniveles no solo son divertidos sino que ayudan a estimular y trabajar la motricidad gruesa y el equilibrio. Pueden ser un recurso muy económico. Unas simples montañitas y dunas pueden dar para horas de diversión. Se pueden crear también desniveles con rocas. E incluso incorporar paredes de escalada, que es la opción más rápida y económica (siempre debe haber material de seguridad debajo o suelos amortiguadores).
5. Toboganes. En puridad también suponen un desnivel pero los pongo a parte para que sea más claro. Los toboganes que ofrecen un aspecto más natural son aquellos cuya rampa se coloca sobre un desnivel de tierra.
6. Vegetación y huerto. Algo que toda escuela debería tener para ayudar a comprender los ciclos de la vida, el cuidado hacia las plantas y la naturaleza.
7. Casitas y cabañas. Los refugios invitan al juego imaginativo y simbólico y también a los juegos entre varios niños.
8. Circuitos de troncos. Los circuitos de troncos son ideales para estimular la motricidad, la coordinación, el equilibrio… sirven para sentarse, para sentir la madera… y sus tronquitos pueden delimitar espacios, marcar zonas, etc.