
Son muchas las revoluciones sociales que han cambiado las sociedad, pero pocas de tanta significación como la protagonizada por las familias. Si hace unas décadas solo existía un modelo reconocido y asumido, el de la familia tradicional o nuclear (madre y padre con hijos viviendo en el mismo hogar), el abanico de posibilidades que han abierto las sucesivas leyes nos sitúa en un panorama en el que, junto a este modelo, aparecen las familias de progenitores separados, las familias reconstituidas (uniones matrimoniales que aportan hijos habidos en relaciones anteriores por ambas partes), las familias monoparentales, las familias adoptivas o acogedoras, las familias homoparentales (con progenitores del mismo sexo), las familias multirraciales, las familias extensas, las familias numerosas, los menores que viven en centros de acogida y las múltiples combinaciones entre cada una de estas estructuras.
¿Han llegado estas nuevas familias a nuestras aulas? Sí, las familias están ahí, pero no aparecen en las enseñanzas cotidianas, en los planes de estudio, en los libros de texto.
¿Cómo puede afectar al desarrollo psíquico y social de estos menores el no ver reflejada su vida cotidiana en el escenario donde se desarrollan socialmente desde los 3 años? Desafección, incomprensión, desconocimiento, alejamiento, discriminación, conflicto y fracaso pueden ser algunas de las conclusiones.
La diversidad familiar se presenta como la respuesta más sencilla y más fácilmente aplicable para no solo reflejar los distintos modos de familia que existen en las calles, sino abordar cuestiones de igualdad de género, de orientación sexual, de diversidad racial, económica, social… Su esencia es conseguir trasmitir a los niños y las niñas, y conseguir que asimilen que la diversidad (sea esta cual sea) es un elemento enriquecedor.
A través de cuentos podemos acercarles a nuestros peques a estas realidades que entran tan, poco a poco, en la escuela, aunque para ellos sea una cotidianeidad.
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